Devocion a san Francisco

La crisis del acomodamiento lleva a clarificar la regla
Durante la ausencia de Francisco, sus dos vicarios, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, habían introducido ciertas innovaciones que tendían a uniformar a los frailes menores con las otras órdenes religiosas y a encuadrar el espíritu franciscano en el rígido esquema de la observancia monástica y de las reglas ascéticas. Las religiosas de San Damián tenían ya una constitución propia, redactada por el cardenal Ugolino sobre la base de la regla de San Benito. Al llegar a Bolonia, Francisco tuvo la desagradable sorpresa de encontrar a sus hermanos hospedados en un espléndido convento. El Santo se negó a poner los pies en él y vivió con los frailes predicadores. Enseguida mandó llamar al guardián del convento franciscano, le reprendió severamente y le ordenó que los frailes abandonasen la casa.

Tales acontecimientos tenían a los ojos del Santo las proporciones de una verdadera traición: se trataba de una crisis de la que tendría que salir la Orden sublimada o destruida. San Francisco se trasladó a Roma donde consiguió que Honorio III nombrase al cardenal Ugolino protector y consejero de los franciscanos, ya que el purpurado había depositado una fe ciega en el fundador y poseía una gran experiencia en los asuntos de la Iglesia. Al mismo tiempo, Francisco se entregó ardientemente a la tarea de revisar la regla, para lo que convocó a un nuevo capítulo general que se reunió en la Porciúncula en 1221. El Santo presentó a los delegados la regla revisada. Lo que se refería a la pobreza, la humildad y la libertad evangélica, características de la Orden, quedaba intacto. Ello constituía una especie de reto del fundador a los disidentes y legalistas que, por debajo del agua, tramaban una verdadera revolución del espíritu franciscano. El jefe de la oposición era el hermano Elías de Cortona. El fundador había renunciado a la dirección de la Orden, de suerte que su vicario, fray Elías, era prácticamente el ministro general. Sin embargo, no se atrevió a oponerse al fundador, a quien respetaba sinceramente. En realidad, la Orden era ya demasiado grande, como lo dijo el propio San Francisco: "Si hubiese menos frailes menores, el mundo los vería menos y desearía que fuesen más."

Al cabo de dos años, durante los cuales hubo de luchar contra la corriente cada vez más fuerte que tendía a desarrollar la orden en una dirección que él no había previsto y que le parecía comprometer el espíritu franciscano, el Santo emprendió una nueva revisión de la regla. Después la comunicó al hermano Elías para que éste la pasase a los ministros, pero el documento se extravió y el Santo hubo de dictar nuevamente la revisión al hermano León, en medio del clamor de los frailes que afirmaban que la prohibición de poseer bienes en común era impracticable.

La regla, tal como fue aprobada por Honorio III en 1223, representaba sustancialmente el espíritu y el modo de vida por el que había luchado San Francisco desde el momento en que se despojó de sus ricos vestidos ante el obispo de Asís. ACCOMMODATIONS crisis leads to clarify the rule
During the absence of Francis, his two vicars, Matthew of Narni and Gregory of Naples, had introduced certain innovations that tended to standardize the Friars Minor with the other religious orders and frame the Franciscan spirit in the rigid framework of monastic observance and ascetic rules. The nuns of St. Damian already had a Constitution, drafted by Cardinal Ugolino based on the rule of St. Benedict. Arriving at Bologna, Francis had the unpleasant surprise of finding his brothers housed in a splendid convent. The Holy refused to set foot in it and lived with Preachers. He immediately summoned the guardian of the Franciscan convent, severely rebuked him and ordered him to leave the house the friars.

Such events had in the eyes of the Holy proportions of a real betrayal: it was a crisis that would have to leave the sublimated or destroyed Order. San Francisco moved to Rome where he got Honorio III appoint Cardinal Ugolino and chief protector of the Franciscans, as the cardinal had placed a blind faith in the founder and had a great experience in the affairs of the Church. At the same time, ardently Francisco handed the task of reviewing the rule, which convened a new general chapter met in the Porziuncola in 1221. The Santo presented delegates with the revised rule. What he meant poverty, humility and evangelical freedom, characteristic of the Order, it remained intact. This was a kind of challenge founder dissidents and legalists who, under water, were plotting a revolution of the Franciscan spirit. The opposition leader was Brother Elias of Cortona. The founder had given up the leadership of the Order, so that his vicar, Friar Elias was practically the general minister. However, he did not dare to oppose the founder, whom he respected sincerely. Actually, the Order was too big, as St. Francis himself said: "If there were fewer Friars Minor, the world would see less and wish they were more."

After two years, during which they had to fight the increasingly strong current that tended to develop the order in a direction he had not foreseen and that seemed to compromise the Franciscan spirit, the Holy embarked on a new review rule. Then he told the brother Elijah to this the pass to ministers, but the document was lost and the Holy had to give back the review to Brother Leo, amid the clamor of the friars who claimed that the ban on owning property in common it was impracticable.

The rule, as was approved by Honorius III in 1223, substantially represented the spirit and way of life for which he had fought San Francisco from the moment he took off his rich clothes before the Bishop of Assisi.